Miro a través de la ventana
a las aves que se detienen
sobre los cables de alta tensión.
El vidrio
ahoga sus cantos.
Sus alas no hacen ruido
cuando aletean cerca de la ventana.
Oigo las charlas de mis compañeros.
Hablan de futbol
o de cómo la morena del 412
le guiñó el ojo sutilmente
a uno de ellos.
Igual que en los pájaros
no hay ruido en sus alas.
Hablan de amor
sin que se les enrojezcan los ojos
y hablan de sexo
como si patearan un balón
entre...