martes, 3 de julio de 2018

BY Unknown No comments




Cuando nos encontramos
por accidente,
en un cruce
de una calle
que nunca tuvo nombre
no me miraste a los ojos.
Busqué con la mirada
si había algo clavado en tu cuerpo
de esto que me hace falta.
No había heridas
ni gota de sangre.
Había estrellas
ahí donde puse una daga.
Hay recuerdos
que terminan siendo
menos que cicatrices.
Lo entendí
cuando quisiste decir mi nombre
y no lo recordaste.
Me dio gusto saber que has sanado,
que en tu jardín los arboles siguen creciendo
(se veían, en tus ojos, sus noches florecidas).
El semáforo en rojo
nunca fue tan breve.
Dejar que te olviden
es otra forma
de decir
te amo.  

0 comentarios:

Publicar un comentario