martes, 7 de julio de 2015

BY Unknown No comments

Hay una tierna maldad

inherente
en las cosas que se aman,
en las que nos hacen felices.
Para querer realmente
todo debe salir
o acabar
en el odio,
en la penumbra, 
ser retorcido.
Lo que es demasiado puro
es frágil.
Son quebradizas las sonrisas,
el viento deshoja las flores,
el colibrí se deshace 
con apenas un suspiro,
pero el cactus
y sus espinas
resisten al desierto
y al sol implacable
que clava sus colmillos en la arena.

¿Cuánto duraría una mariposa
en el ardor árido,
cuanto duraría 
gatito siamés 
en las profundidades de la jungla, 
en una jauría de tigres?

La serpiente,
con su maldad 
resiste los desiertos y las montañas.
Se impone ante el sol sofocante 
e incluso le amenaza.

Lo bello
mas bien es frágil.
La belleza se pensó 
Para ser protegida,
para temblar dócilmente
bajo las manos de quien
con alevosía 
brinda su mano.

Hay que andar
con una sonrisa en el rostro
y una daga en el bolsillo.
Ser grosero 
e invadir antes de ser invadido,
traicionar
antes de ser traicionado.
Ser un truhán
atroz y terrible.
Con una belleza incomparable
patear cachorros
y perseguir petirrojos
para desplumarlos.
Despreciar a las mujeres,
hacerlas llorar
con una tierna sonrisa
y con las caricias mas suaves
destrozarles el alma.
Tocarlas
como se toca una sinfonía,
la mas triste de todas,
con rencor
y desprecio 
y, ante todo,
nobleza.
Por que siempre hay algo de noble
en todo lo que hiere.
Siempre hay algo de belleza
en el filo de una espada
o en un colmillo ponzoñoso.
Incluso el alacrán
tiene un color seductor
y un ritmo cadente 
como un vals
en sus pasos.




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